En la mezquita principal se está calculando parte del costo de uno de los episodios violentos más graves de los últimos tiempos.
También empezaron a recuperar los cadáveres de miembros de la comunidad hausa, que trajeron de las calles al complejo.
En total, una organización de caridad musulmana dice que recogió 300 cuerpos que tras una rápida oración, los entierran.
No se sabe cuánta gente murió, pues las cifras oficiales en Nigeria generalmente son poco fidedignas, aun cuando el Imán habla de cientos.
En cuanto a las víctimas mortales de otros grupos étnicos involucrados -la mayoría cristianos- fueron trasladadas a las morgues de los hospitales, pero éstos tampoco han divulgado listas ni un estimado de muertos.

Toque de queda
Un toque de queda de 24 horas había sido impuesto en algunos barrios y el ejército ha estado en las calles bajo órdenes de dispararle a cualquiera que salga de su casa.
Pero en la noche, en algunas áreas, grupos de jóvenes armados con machetes volvieron a salir a la calle inmediatamente después de que las patrullas se fueron.
Todo empezó el viernes a causa de una elección local. La violencia se disparó debido a acusaciones de que los resultados fueron amañados, algo común en Nigeria.

El vencedor fue el partido gobernante cuyo candidato es de una minoría étnica mayoritariamente cristiana. El vencido proviene de la comunidad Hausa, musulmana y mucho más numerosa.
Los comicios dividieron a la comunidad de acuerdo a sus diferencias sociales, que en esta zona son varias: étnicas, religiosas y aquellas divisiones entre grupos que se consideran autóctonos -los ganadores cristianos- y quienes son considerados como colonos -los opositores hausa.
En Nigeria, particularmente en la región de Jos, estas divisiones son atizadas por la competencia por los recursos.
Uno de los más poderosos es precisamente un cargo político pues le otorga al elegido el acceso a parte de los elevados ingresos por el petróleo nigeriano.