"Dios desea que el Estado de Israel exista, y estoy aquí para proteger su existencia”
lunes, 16 de febrero de 2009
, Posted by Agencia la Voz at 23:58
Gaza, Israel -. ( AGENCIALAVOZ.COM ) “Fredrik” recientemente ha finalizado su entrenamiento básico en el 51er Batallón de la Brigada Golani. Junto con otros miles de soldados espera en una base a pocos kilómetros de Gaza, están preparados para ser desplegados en caso de que el alto el fuego se derrumbe.
La única diferencia es que él no es un ciudadano israelí, ni siquiera judío. Tiene 29 años y es un cristiano pentecostalista sueco.
Fredrik llego hasta aquí por primera vez hace nueve años como turista. “Fue amor a primera vista. Salí del avión, mire a mi alrededor y pensé que se trataba de un país por el que podría morir”. Después regresó a su pequeña ciudad natal de Suecia, donde su padre es un pastor de la Iglesia Pentecostal. “Yo siempre me involucro al 100% en todas las cosas que hago y sentí poderosamente que este era el lugar donde Dios quería que yo estuviera”, nos explica, por lo que concluyó su carrera como joven pastor y se mudó hasta aquí. El amor que sentía por esta tierra era inflexible.
Poco después de su llegada, un suicida palestino se voló a si mismo junto con 21 jóvenes en una discoteca de Tel Aviv. “De repente me di cuenta de que no todo el mundo es bueno”, nos dice Fredrik con un toque de ironía. “Cuando me llamaron para realizar el servicio militar en Suecia, había rechazado llevar un arma”.
Después de haber experimentado de cerca el terrorismo, dejó de ser un pacifista. “Me di cuenta que hay situaciones en las que uno necesita utilizar las armas para defenderse”.
Esa idea le llevó hasta una oficina de reclutamiento del IDF en el verano del 2001, donde explicó que quería unirse al IDF. Recibió un rotundo no por respuesta, ya que no era ciudadano israelí y ni siquiera era judío. Ni siquiera era un residente legal, sólo era un turista.
Fredrik llego hasta aquí por primera vez hace nueve años como turista. “Fue amor a primera vista. Salí del avión, mire a mi alrededor y pensé que se trataba de un país por el que podría morir”. Después regresó a su pequeña ciudad natal de Suecia, donde su padre es un pastor de la Iglesia Pentecostal. “Yo siempre me involucro al 100% en todas las cosas que hago y sentí poderosamente que este era el lugar donde Dios quería que yo estuviera”, nos explica, por lo que concluyó su carrera como joven pastor y se mudó hasta aquí. El amor que sentía por esta tierra era inflexible.
Poco después de su llegada, un suicida palestino se voló a si mismo junto con 21 jóvenes en una discoteca de Tel Aviv. “De repente me di cuenta de que no todo el mundo es bueno”, nos dice Fredrik con un toque de ironía. “Cuando me llamaron para realizar el servicio militar en Suecia, había rechazado llevar un arma”.
Después de haber experimentado de cerca el terrorismo, dejó de ser un pacifista. “Me di cuenta que hay situaciones en las que uno necesita utilizar las armas para defenderse”.
Esa idea le llevó hasta una oficina de reclutamiento del IDF en el verano del 2001, donde explicó que quería unirse al IDF. Recibió un rotundo no por respuesta, ya que no era ciudadano israelí y ni siquiera era judío. Ni siquiera era un residente legal, sólo era un turista.
“Hasta que escuche por primera vez hablar del Sar-El, un programa de voluntarios del IDF. Esencialmente sois un jobnik (soldado no combatiente)”. Entre 2002 y 2005 Fredrik estuvo en total un año y medio como voluntario del Sar-El, en su gran parte como mecánico de tanques. El resto del tiempo realizó pequeños trabajos de sostén de Israel en Suecia. “Finalmente, después de un sinfín de peticiones, tuve la residencia temporal. Inmediatamente volví a la oficina de reclutamiento, pero entonces se me dijo que necesitaba un permiso de residencia permanente para ser elegible para el IDF”.
Fredrik estuvo realizando todo tipo de trabajos por aquí durante más de dos años, y haciendo todo lo posible para realizar su sueño. “Cuando llego el momento de renovar mi residencia, sentí que era ahora o nunca. Escribí a todo el mundo que conocía y utilice todos los contactos que había hecho en el Sar-El”.
Y por último, en el verano del 2007, se le concedió la residencia permanente. “Tan pronto como recibí mi tarjeta de identidad azul, me encamine directamente desde el Ministerio del Interior a la oficina de reclutamiento del IDF”. Todos esos años de perseverancia finalmente dieron sus frutos y Fredrik fue admitido en la Brigada Golani, lo que había deseado todo este tiempo. En marzo comenzó la formación.
El entusiasmo con que fue recibido puede deducirse por el hecho de que fue seleccionado directamente desde el 51er Batallón de Infantería a la Unidad de Egoz de reconocimiento, la elite de la elite. “Él posee algunas cualidades muy raras”, dice uno de los soldados que realizó con él la formación básica. “Cualquier mando haría cualquier cosa por tener un soldado que, en su unidad, lo de todo y nunca se queja.”
Fredrik recibió su boina de la unidad Egoz y entrenó con ellos durante unos meses antes que Inteligencia interviniera, frenara su entusiasmo y le remitiera de nuevo al 51er Batallón de Infantería.
Fredrik es muy humilde acerca de su hazaña. Él sólo ha seguido fielmente sus convicciones y no espera un premio especial por ellas, sino que forma parte de su motivación inspirar a la gente en Israel. Se siente recompensado cuando ve la reacción de las personas. “Cuando escuchan mi historia los israelíes me dicen, Kol hakavod [Bien por ti]. Quiero ser una fuente de inspiración para ellos y hacerles comprender que no están solos en la lucha contra el terrorismo”.
La situación en Suecia es muy diferente. Durante las manifestaciones contra la Operación Plomo Fundido se produjeron en ocasiones ataques violentos con todo lo relacionado con Israel. Preocupado por la seguridad de su familia en Suecia, no quiere revelar su verdadero nombre o mostrar su rostro en las fotos en este artículo. “En Suecia hay algunas personas que piensan que soy un fanático, que he venido aquí para matar árabes, lo cual es absolutamente falso”.
No quiere discutir de política o de las futuras fronteras del país. “No me toca a mí decidirlo. Creo que Dios desea que el Estado de Israel exista, y estoy aquí para proteger su existencia”.
Dios está siempre presente cuando Fredrik nos explica lo que le motivó a salir de Suecia y trasladarse a Israel. “Dios puso el amor por este país en mi corazón y quiero difundir ese amor. Quiero expresarlo de forma práctica. El amor es mi fin”.
Él lo explica como si eso fuera la cosa muy simple. Siempre ha sido completamente honesto acerca de su fe cristiana y dice que nunca ha causado ni tenido ningún problema o conflicto con sus camaradas soldados. “Me siento especialmente cercano a los judíos religiosos de mi unidad. Dicen que tengo una interesante relación con Dios”, nos cuenta con una sonrisa. “Creo que nos cuestiona y nos inspira a los unos y a los otros. Ellos saben mucho del Talmud, mientras que yo sé más de la Biblia. Eso les provoca a que intenten aprender más, e igualmente sus mayores conocimientos me lo inducen a mí, pero al mismo tiempo respeto su fe y ellos respetan la mía completamente. No se trata de cambiarnos los unos a los otros. Tenemos muchas cosas en común. El sábado por la tarde, cuando los chicos se reúnen para cantar el final del Shabat, yo canto con ellos. Cantamos a Dios juntos, cantamos con nuestros corazones. Creo que en el Espíritu Santo con tanta fuerza, que me sumo a ellos”.
Fredrik se detiene bruscamente a sí mismo. “Escúcheme”, dice y sacude su cabeza. “Sigo diciendo todo el tiempo “ellos” y no “nosotros”.
Le pregunto cuánto tiempo piensa que va a seguir haciendo esto. “Probablemente, mientras viva”, y por primera vez ha existido una cierta tristeza en su voz. “Yo nunca formaré parte de esta sociedad y no espero llegar a hacerlo. No digo Ainu en Pesaj, y nunca fui un esclavo en Egipto”. Se encoge de hombros, y sus palabras se convierten en un susurro.
Yo no puedo reprocharle nada, ya que, ¿cómo se puede explicar un amor que no pide nada a cambio?.
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