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El mejor regalo

miércoles, 24 de diciembre de 2008 , Posted by Agencia la Voz at 14:59


Por Maritza Ulate



La entrega de regalos en épocas u ocasiones específicas se distingue como una tradición casi de carácter universal. Así, los regalos para consolidar un matrimonio, como tributo a algún personaje de relevancia dentro de la organización social, como bienvenida al mundo en el caso del recién nacido, del que regresa de un largo viaje o se integra a un grupo o clan; son algunas de las expresiones de esta tradición que encontramos presente a través de la historia, en las diferentes culturas.


Lo cierto es, que en todas estas expresiones hay un común denominador: el regalo tiene carácter simbólico, siempre existe la intención del otorgante de trasmitir un mensaje a través de él, e inequívocamente aquel que lo recibe interpretará, de una u otra forma, este mensaje. De esta manera, podríamos decir que el regalo se constituye en una dialéctica, una forma de comunicación sutil, cuyo propósito, frecuentemente, es fortalecer un vínculo emocional.
En la cultura occidental, una de las épocas de mayor intercambio de regalo es precisamente la navidad, época en que celebramos la Natividad de Jesús.


Esta tradición tiene su génesis en el relato bíblico de la visitación de los Tres Reyes Magos al niño Jesús en el pesebre, y los regalos que cada uno de ellos llevaba para el recién nacido. De forma más espiritual, también evoca el regalo de la gracia otorgada por el creador a la humanidad, a través del sacrificio de Su Hijo.
Esta tradición tiene una serie de elementos asociados, muy relacionados a la época, como lo son el acercamiento familiar, la revaloración de prioridades, fortalecimiento de relaciones de amistad, y el deseo de bienaventuranza y prosperidad para todos.


Sin embargo, en los últimos tiempos se ha exacerbado el consumismo en esta época, incidiendo no solo en la pérdida del tradicional sentido del regalo, sino también del verdadero significado de la navidad. De esta forma, frecuentemente las personas intercambian regalos motivados por intereses personales, tal como obtener el favor de una persona o simplemente porque esto se ha convertido en un hábito o deber ineludible. Aún, cuando hay una motivación sincera de expresar nuestros sentimientos de aprecio, muchas veces caemos en la trampa publicitaria y llegamos a considerar que el valor monetario de los regalos es lo que realmente importa.


Regalos que verdaderamente valen
Paradójicamente a lo que nos dictan los innumerables comerciales que nos invaden en navidad, los regalos que verdaderamente valen no son los más caros o de mejor marca, sino aquellos que escogemos con gran cuidado, o inclusive hacemos con nuestras propias manos, pensando en las necesidades de la otra persona; aquellos que intrínsicamente llevan el mensaje “me he tomado el tiempo para poder darte hoy algo que se que te gusta, y se que te gusta porque también me he tomado el tiempo para conocerte ya que me importas, eres alguien especial para mí y te lo quiero expresar en esta época tan significativa”. Quienes reciben un regalo en estos términos se sienten valorados, amados y aquel presente se convierte en símbolo de cercanía y fortalecimiento de la relación ya sea amorosa, filial o de amistad.


El mejor regalo de todos
Hasta ahora, hemos centrado esta reflexión en los regalos tangibles, los materiales; sin embargo, existen otro tipo de regalos, los de naturaleza intangible. Sin lugar a duda estos son los más costosos, ya que presuponen la entrega de una parte del ser mismo con el fin de hacer feliz al otro. Todos ellos en el fondo son uno mismo, siendo este el mejor regalo que un ser humano puede dar a otro: el amor incondicional expresado en el regalo de tiempo compartido, cuidado otorgado, compromiso firme, etc.
El tiempo más preciado compartido con la pareja e hijos/as, la taza de café que se disfruta con amigos/as aún cuando estén pasando por un mal momento, el cuidado infantil que con amoroso fervor se devuelve a la madre en el atardecer de su vida, la visita periódica a los abuelos, la provisión compartida con el vecino/a, la caricia al niño/a que mendiga en la calle. Todos estos, regalos invalorables que tendrán el efecto de marcar profundamente la vida de quien los recibe, y de llenar de satisfacción y gozo a quien los otorga.
En esta navidad, asegurémonos de gastar en los regalos que damos, pero no dinero, sino más bien gastarnos un poquito a nosotros mismos para beneficio de otros, esto, sin lugar a duda, traerá una renovación a nuestra alma y espíritu.

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