Santo Domingo-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) El Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE), entidad que agrupa a las iglesias evangelicas del país demandó del gobierno actuar con responsabilidad frente a la crisis al tiempo que solicitó de este la ejecución de un plan estratégico nacional a corto, mediano y largo plazo

priorice la reducción de gastos públicos, disminución del costo de la canasta familiar, auxilio de la pequeña y mediana empresa, reforzamiento de la inversión social, incentivo a la producción agropecuaria y al turismo, fomentar valores a todos los niveles.En un balance de fin de año los reverendos Reynaldo Franco Aquino, presidente del Codue y Mariano Sánchez, director ejecutivo, en nombre las más de cinco mil igelsias evangelicas dominicanas, sostienen que el año 2008 está cerrando con un balance desesperanzador para la nación; por un lado tenemos las últimas decisiones de las más altas instancias de poder que debilita de manera alarmante el estado de derecho y la institucionalidad democrática, y por otro lado, tenemos la amenaza de crisis mundial sin un programa nacional de prevención, encabezado desde el gobierno y que se involucre a todos los sectores de la vida nacional.

En el documento hecho público el día de hoy y en el cual pasan balance del año que termina, los evangelicos de la nación dominicana señalan que a pesar de los malos augurios que ciernen alrededor del próximo año 2009, hay esperanza, si enfrentamos con valor y gallardía la peor crisis que nos afecta, que reiteramos no es la económica, sino la moral, donde los principales valores parecen desaparecer, donde la corrupción, la impunidad y el latrocinio avanzan vertiginosamente sin que al parecer halla quien lo detenga. Los reverendos Reynaldo Franco Aquino y Mariano Sánchez, presidente y director ejecutivo respectivamente del CODUE, indican en su manifiesto que el país clama por una actitud gubernamental responsable para que con un plan estratégico nacional a corto, mediano y largo plazo priorice la reducción de gastos públicos, disminución del costo de la canasta familiar, auxilio de la pequeña y mediana empresa, reforzamiento de la inversión social, incentivo a la producción agropecuaria y al turismo, fomentar valores a todos los niveles, tanto en el sector público como en el privado, que vaya disminuyendo hasta superar los efectos de la crisis. Nuestro mensaje ha sido persistente en demandar que la corrupción sea enfrentada por gobernantes y gobernados. Existe la percepción en la población de que los casos de corrupción han sido tratados con simpleza, por los organismos encargados de prevenirlos y perseguirlos. La corrupción lo daña todo, distorsiona la administración de la justicia, atiza la criminalidad, dado que el soborno y el tráfico de influencias, con frecuencia, esta aliado a múltiples delitos.

Huelga decir que la corrupción es práctica pecaminosa condenable por todos, en todas las naciones del mundo. Frente a esta se debe ser implacable. Proponemos que, como una de las formas de desestimularla se creen incentivos sociales para quienes se comporten correctamente, puesto que no solo se debe denunciar el mal, sino que debemos buscar la forma de premiar el bien. Como Comunidad Evangélica Dominicana planteamos una opción a favor de la paz y la comprensión, ésta continua siendo una aspiración y necesidad de los dominicanos, por lo que convocamos a todos los cristianos a orar por la paz y buscar la sabiduría de Dios, emprendiendo acciones y conductas favorables al proceso de diálogo y sociabilización. Las iglesias evangélicas están sufriendo cambios extraordinarios en su búsqueda de enfocar una visión integradora y participativa, que la práctica de la fe, enfatizando el señorío de Jesucristo, se haga tomando en cuenta todos los factores que determinan la existencia, con vitalidad profética, clamar por la justicia e igualdad en todos los planos del quehacer y propagar una fe encarada en la realidad. Nuestras iglesias se han convertido en un refugio natural de las masas sociales más vulnerables, porque nuestro discurso responde a la necesidad, apela a la coherencia entre lo teórico y su práctica cotidiana, hacemos visible al ser humano como actor de un proyecto de vida, vinculando al sujeto con una comunidad de iguales, ya hemos pasado de ser una minoría intranscendente a convertirnos en fuerza prepositiva y motivadora de cambios que abre nuevas sendas hacia el futuro de nuestra sociedad.Llamamos al pueblo evangélico a seguir teniendo como tarea fundamental de la iglesia, reforzar su contribución a la paz y la justicia en el mundo, fortalecer le entrega programática para las líneas de incidencia pública en toda la sociedad, compromiso delineado, integrado y dinámico con los principales desafíos que enfrenta el país.