“Incluso muchos de nosotros creemos en intervenciones divinas con respecto a actitudes y a otros estados psicológicos, pero no en grandes transformaciones”, explicó McNeil el pasado martes luego de conocer los resultados de la encuesta. “Aquellas oraciones para que un amigo pueda tener esperanza o valor parecen factibles que se realicen, pero no las oraciones para que un familiar recupere una de sus extremidades o sea sanado de una enfermedad mortal”.
Cuando le preguntaron a los encuestados sobre qué relación tenía el resultado de un tratamiento médico o quirúrgico con fuerzas totalmente fuera del control humano, el 55% dijo que muy poco o que nada debía ser atribuido a fuerzas sobrenaturales o “actos de Dios”. Sólo el 45% dijo que todo o que la mayor parte de los resultados médicos son influenciados por fuerzas que no son humanas.
Sin embargo el 76% de los entrevistados afirmo orar por sus amigos y familiares, y el 71% dijo que exhortaba a los miembros de su familia y a sus amigos a orar.
“Parece que la mayoría de nosotros nos aferramos a la esperanza de que una fuerza benévola sobrenatural puede intervenir para nuestro propio bien y el de nuestros seres queridos”, comentó McNeil.
La nueva encuesta se realizó del 6 al 8 de diciembre y tenía como fin ver la percepción de los norteamericanos con respecto a la fe, la oración y los milagros, tanto en el mundo de la medicina como en sus vidas diarias.
Los encuestados estaban representados por consumidores norteamericanos cristianos (Católicos Romanos, Protestantes, Cristianos Ortodoxos y otros), Judíos (Judíos Ortodoxo, Judíos Conservadores, Judíos Reformados), musulmanes, hindúes, budista, cienciólogos, islámicos, entre otras religiones tradicionales, así como aquellos como otros consumidores que no pertenecen a ninguna religión tradicional.