Tras el último incidente son ya 23 las víctimas mortales de los tiroteos ocurridos de costa a costa en apenas 48 horas. La cadena mortal arrancó el viernes en Binghamton (Nueva York), donde un ciudadano vietnamita, Jiverly Voong, asesinó a 13 inmigrantes y después se pegó un tiro en la frente. Horas después, tres policías murieron en otro incidente de Pittsburgh (Pensilvania).
La policía detuvo en el acto al supuesto autor del triple crimen, Richard Poplawski, que disparó con un fusil AK-47 contra los agentes que rodearon su casa, alertados por un incidente de vilencia doméstica. Poplawski justificó su acción por el temor a que Obama "endurezca las leyes" y les quite las pistolas.

'Una familia apacible'
Con la conmoción de Pittsburgh aún reciente, el episodio del padre que asesinó a sus propios hijos en Washington volvió a sacudir el país. El asesino fue identificado como James Harrison. Sus cinco hijos, entre los siete y los 16 años (Maxine, Samantha, Heather, Jamie y James), murieron en el acto. Tras consumar el crimen, Harrison cogió el coche y se suicidó con el motor en marcha.
Cuatro niños fueron asesinados en sus camas y el quinto fue encontrado en el cuarto de baño. "Esto no es una tragedia, es un asesinato espantoso", declaró el sheriff local, Paul Pastor, tras contemplar la escena del crimen. "Parece que todo ha sido obra del padre biológico de los chavales. Si esto no te rompe el corazón, no sé qué otra cosa puede rompértelo".
La policía baraja la hipótesis de un ataque de celos. La madre, Angela Harrison, que trabajaba en un supermercado Wal-Mart, no estaba en la casa cuando ocurrieron los hechos. El padre tabajaba como mecánico en un taller cercano. Dale Lund, vecina de los Harrison, expresó su conmoción y su extrañeza: "Siempre nos parecieron una familia apacible y tranquila. Sus hijos y los míos jugaban frecuentemente. No nos explicamos cómo algo así ha podido ocurrir".