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la ministra de la Corte Suprema de Justicia de La Nación, quien defendió enfáticamente el derecho de "cada mujer a decidir lo que a el le conviene"

jueves, 24 de septiembre de 2009 , Posted by Agencia la Voz at 0:12


ARGENTINA-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Las declaraciones de Carmen Argibay, referidas a su conocida posición favorable a la despenalización del aborto, le costaron a la magistrada durísimos cuestionamientos de abogados y médicos católicos.El seminario internacional sobre derechos sexuales y reproductivo organizado por la agrupación Católicas por el Derecho a Decidir, que se realizó en el auditorio del Anexo del Senado de la Nación la semana pasada, tuvo como una de sus figuras a la ministra de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Carmen Argibay, quien defendió enfáticamente el derecho de "cada mujer a decidir lo que a ella le conviene" frente a un embarazo.


Las jornadas se realizaron en el marco de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que es una alianza compuesta por más de 300 organizaciones de mujeres, feministas, movimientos sociales, organismos de derechos humanos, partidos políticos y funcionarios y funcionarias de diferentes niveles.
La jueza Argibay expresó que la despenalización del aborto debe ser debatido en forma amplia, dejando de lado insultos y tabúes, y planteó que "el aborto es algo que ocurre, que es parte de nuestra naturaleza humana". Se pronunció a favor de la consigna de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, que reza: "Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir" y exhortó a que las mujeres y los varones progresistas se unan para promover un cambio en la legislación, como proponen las organizadoras del seminario.
El proyecto de ley, que fue presentado el año pasado en la Cámara de Diputados de la Nación, permite la interrupción del embarazo durante las primeras doce semanas de gestación del feto. Para la vocal de la Corte, los abortos que se realizan en el país son fruto de embarazos no deseados que, a su juicio, pueden llegar a ser tan trágicos para una mujer o una familia, como un embarazo forzado, o sea, fruto de una violación.

Igualdad de oportunidades
Carmen Argibay defendió el derecho a decidir de las mujeres, cuestión que tiene que ver con la "dignidad y la libertad" para que cualquier decisión sea tomada estando debidamente informada y conociendo las responsabilidades que dicha decisión implica.
Para la jueza la dignidad de las mujeres pasa también por la igualdad de oportunidades, que no es tal desde el momento que en nuestro país sólo tienen acceso a interrumpir un embarazo no deseado, aquellas que pueden pagarlo, aún corriendo los riesgos de esa intervención, tanto desde el punto de vista médico como penal. Para las mujeres de los sectores más pobres, el aborto sólo es posible en condiciones sanitarias no adecuadas, y su consecuencia más directa es la alta tasa de mortalidad materna en nuestro país.
En consonancia con la consigna que propugna la educación sexual y el uso de los métodos anticonceptivos, Argibay criticó en duros términos a la Iglesia Católica por su histórica oposición al uso de esos métodos, no sólo porque con ellos se evitan embarazos sino porque previenen enfermedades de transmisión sexual y el sida.


La furia medieval
Obviamente que tales declaraciones fueron furiosamente rechazadas por los sectores más conservadores de nuestra sociedad, entre ellos la Corporación de Abogados Católicos y el Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires, quienes denostaron a la jueza de la Corte por "apología del aborto".
Con sus conocidos argumentos que sostienen que no puede interrumpirse un embarazo porque la vida existe desde la concepción, los abogados y médicos católicos rechazan de plano cualquier debate sobre la posibilidad de legislar sobre el aborto practicado durante las primeras 12 semanas de gestación. Es que para estos sectores ultramontanos, la vida de la madre no tiene ningún valor cuando está embarazada, todo tiene que supeditarse a la vida del feto. Así sucedió en 2007 con la santafesina Ana María Acevedo, quien padecía de cáncer de maxilar y necesitaba medicación que afectaba al feto, y aunque estaba embarazada de escasas semanas, los médicos del Hospital Iturraspe de Santa Fe no quisieron practicarle un embarazo, a pesar que está permitido por el artículo 86 del Código Penal (cuando corre peligro la vida de la madre). Como se recordará, el caso terminó con el nacimiento prematuro de una bebé que murió a las pocas horas de nacer, y al día siguiente falleció Ana María, luego de meses de horribles padecimientos pues tuvo que sufrir su enfermedad sin suministro de medicación. Como Ana María era madre de tres hijos pequeños, la posición de los médicos que invocaron su religión para negarse a la práctica de un aborto previsto en la legislación, no defendió ninguna de las vidas que dicen proteger -la del bebé y la de la madre-, pero además dejó a tres niños huérfanos.



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