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La Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal.

lunes, 16 de marzo de 2009 , Posted by Agencia la Voz at 23:49


COLOMBIA-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Dicen que no es moda o capricho sino una aproximación al Salvador. “En Génesis se enseña que Dios hizo al hombre a imagen y semejanza”. Así justifica su largo cabello y el uso de manto y sandalias.


Incluso, hace ocho años Albeiro Garcés, miembro de la Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal, no se corta el cabello. Tampoco su hijo, de 9 años. Viste túnica morada y sobre ella, un manto. No toma licor, no come uvas, sidra ni rellena, por estar hecha de sangre.
Cuenta que cumple las enseñanzas de la Biblia, a la que recurre para reforzar que así está escrito y debe cumplirse. Albeiro tiene 43 años y desde hace ocho es de la Asociación. Él es el guía en el barrio La Balastrera, a orillas del río Robles, en las afueras de Montenegro (Quindío).
Vive con diez miembros de la congregación y creen que Jesucristo está de nuevo entre los hombres, en América o en Occidente, donde volvería por segunda vez.
“No son mis palabras. En Mateo 24-27 está escrito ‘Como relámpago que sale de Oriente y se muestra hacia el Occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre’, y se está cumpliendo”, dice.

Su día empieza a las 6 p.m., cuando la comunidad se reúne a orar por el día que termina y el que empieza.
A esa hora se despojan de sus ropas y se bañan antes de vestir túnicas y mantos y congregarse en el templo, una rústica construcción en guadua sin ostentación, acorde con la vida austera de estos campesinos que aran la tierra en espera que se cumplan las profecías que les hablan de un bienestar espiritual por cumplir la palabra de la Biblia y de su misionero, Ezequiel.
“Compran poco y los sábados nada, pues es de ayuno”, dice un habitante de La Balastrera. Tampoco se les ve en fiestas o bingos comunales.
Los primeros llegaron hace seis años al caserío, habitado por 35 familias, cuya reubicación por el riesgo del río Robles se hizo a medias.
Aun cuando en sus actividades cotidianas visten bluyines y camisas, sus creencias y la vida en el barrio, rodeado de montañas de platanales y café, no dejan de causarles tropiezos, como ocurrió en la Escuela General Santander, donde estudian cuatro hijos de miembros de la asociación.
“Al comienzo de las clases los muchachos se burlaban y yo le pregunté a la mamá de uno de ellos para qué grado iba la niña. Ella aclaró que era niño”, contó Lucely Gualteros, docente de cuarto.
“Impactaron a la llegada, pero ha sido un proceso de adaptación de niños, profesores, directivos y de ellos. Es también una forma de respetar y poner a prueba la libertad de cultos”, dice el coordinador José Dídier Bedoya.


Los inicios en La Balastrera fueron complicados por su interés en conseguir seguidores. “Fue incómodo, decían que no les cortaran el pelo a los niños, criticaban la bulla o la música. Ahora son más tranquilos”, dijo un ama de casa del sector.
Cruz Elena López, de 63 años, que vive frente a la iglesia, dice que no se meten con nadie. “Llevan una religión muy limpia, un ejemplo que uno no es capaz de seguir”.
Pero no todos aguantan esta vida. Víctor Arley Andrade, de 22 años, que hace seis inició a su papá, Juan Francisco Carlosama, de 73, en la iglesia, hoy está marginado.
“Es importante conocer las cosas de Dios, pero es difícil para un joven limitarse en lo que quisiera experimentar. Quería hacer cosas que la iglesia prohíbe, por eso me abstuve”, explicó el joven, que ahora luce su cabello corto, pues largo le dificultaba el empleo en un restaurante.
En Colombia, la Congregación Israelita cuenta con unos 3.000 adeptos, que siguen las palabras de su misionero general, Ezequiel Ataucusi Gamonal, hijo de campesinos del Perú.
Según explican, por revelación de Dios le fue encomendada la misión de salir a predicar a los campos y pueblos, donde era esperado. De los encuentros de la congregación -tres al año-, en Santander de Quilichao (Cauca), donde está su templo mayor, el más importante es el 10 de octubre, el Día del Perdón, cuando sacrifican corderos o terneros, danzan y cantan pasajes de la Biblia.
Según los israelitas, el que corre es el año 6.000, para ellos la semana empieza el domingo y el día, a las 6 de la tarde.

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