El diseño de Dios para el matrimonio
jueves, 12 de marzo de 2009
, Posted by Agencia la Voz at 0:18
Por Carol Heffernan
Es fácil pensar que sólo "otras personas" se divorcian, que su propio matrimonio está de alguna manera inmune al dolor del corazón, a la infidelidad o a las peleas en cuanto a quien se queda con la casa, con el carro y con el perro. Después de todo, ¿quién de nosotros llegaría a la boda si creyésemos que nuestra relación va a terminar en la corte de divorcio?
La verdad es que ninguna relación viene con una garantía de por vida. Aun cuando los hombres y las mujeres que crecieron en hogares estables, quienes asisten a la iglesia y se consideran cristianos, que prometen “hasta que la muerte nos separe” pueden ver de todas maneras ver cómo todo se destruye.
Como cristianos, sabemos que aplicando los principios bíblicos del matrimonio nos dará un fundamento más fuerte que el de nuestros amigos y vecinos inconversos. Nosotros sabemos esto, pero ¿qué estamos haciendo al respecto? En otras palabras, ¿qué hace que un matrimonio sea "cristiano"?
De acuerdo al autor Gary Thomas, no estamos haciendo las preguntas correctas. ¿Qué tal si la relación de ustedes no se trata tanto de usted y su cónyuge como de usted y Dios?
En vez de preguntarse por qué tenemos problemas, el asunto más importante es cómo salimos adelante.
En el libro “Sagrado Romance”, Thomas no escribió sobre el tema: “Cómo tener una relación más feliz.” En ese libro él pregunta: “¿Cómo podemos usar los desafíos, gozos, problemas y celebraciones del matrimonio para acercarnos más a Dios? ¿Qué tal si Dios diseñó el matrimonio para hacernos tanto felices como santos?
MIRANDO AL MATRIMONIO REALÍSTICAMENTE
“Tenemos que dejar de pedir del matrimonio algo que Dios nunca diseñó que este pudiese dar: perfecta felicidad, una vida libre de conflictos, y una obsesión idolátrica”, explica Thomas.
En su lugar, dice, podemos apreciar el hecho de que Dios diseñó el matrimonio para proveer compañerismo, intimidad espiritual y la habilidad de buscar a Dios, juntos. ¿Así que, lo que Thomas piensa es el concepto más equivocado que los cristianos tienen acerca del matrimonio?
“Encontrar un compañero del alma, alguien que nos complete”, dice Thomas. “El problema de buscar en otro ser humano alguien que nos complete es, hablando en términos espirituales, idolatría.” Nosotros debemos encontrar nuestra satisfacción y propósito en Dios…y si esperamos que nuestro cónyuge sea “Dios” para nosotros, él o ella van a fallar cada día. Ninguna persona puede llenar semejante expectativa.”
Cada uno tiene días malos, le grita a su cónyuge, o es extremadamente egoísta. Más allá de esas imperfecciones, Dios creó al esposo y a la esposa para ayudarse mutuamente a buscar a Dios.
Thomas ofrece un ejemplo: “Cuando mi esposa me perdona…y me acepta, Yo aprendo a recibir el perdón de Dios y también su aceptación. En ese momento, ella está modelando a Dios, revelando la misericordia de Dios hacia mí, y ayudándome a ver con mis propios ojos una realidad verdaderamente espiritual.”
Mientras que es fácil ver por qué Dios diseñó una unión centrada en la otra persona para un mí centrado en mi propio mundo, vivir de ese modo es un desafío. Así que cuando los impuestos se acumulan, la comunicación se quiebra y usted está simplemente irritado con su esposo o esposa, Thomas ofrece estos puntos para recordar, los cuales le ayudarán a calmar la tensión:
Dios creó el matrimonio como una asociación de lealtad entre un hombre y una mujer.
El matrimonio es la fundación más firme para edificar una familia
Dios diseñó la expresión sexual para ayudar a las parejas casadas a desarrollar intimidad.
El matrimonio es un reflejo del pacto de Dios con Sus hijos.
Vemos este último paralelo a través de la Biblia. Por ejemplo, Jesús se refiere a sí mismo como el “esposo” y al Reino de los cielos como a un “banquete de bodas.”
Estos puntos demuestran que los propósitos de Dios para el matrimonio se extienden más allá de la felicidad personal. Thomas es rápido en clarificar que Dios no está, por decir, en contra de la felicidad sino que el matrimonio promueve valores aun más altos.
“Dios no creó el matrimonio sólo para darnos un sistema placentero para repoblar el mundo proveyendo una institución social permanente para criar hijos. Él plantó el matrimonio entre los humanos como otra señal que apunta a Su propia existencia eternal y espiritual.”
Sirviendo a Su Cónyuge
Él para la tarde entera en su oficina, otra vez. Ella gasta dinero haciendo cheques que olvida deducir de su chequera. Él se va a jugar al golf en vez de pasar tiempo con los niños. Desde hábitos irritantes hasta situaciones pesadas que parecen imposibles de resolver, el amar al cónyuge durante los tiempos duros no es fácil. Pero las mismas luchas nos conducen también para iluminar lo que valoramos en el matrimonio.
“Si la felicidad es nuestro objetivo principal, nos vamos a divorciar tan pronto como la felicidad parezca desvanecerse, dice Thomas. “Si recibir amor es nuestra meta principal, vamos a abandonar a nuestro cónyuge tan pronto como parezca que ellos están menos atentos a nosotros. Pero si nos casamos para la gloria de Dios, para modelar Su amor y compromiso a nuestros hijos, y para revelar Su testimonio al mundo, entonces el divorcio no tiene sentido.”
Las parejas que han sobrevivido una situación que podría haberlos llevado a la terminación de su matrimonio, tales como la infidelidad o una enfermedad con riesgo de vida, pueden continuar luchando el resentimiento contenido por años, la ira y la amargura. Así que, ¿Cuáles son algunas maneras de fortalecer una relación que está a la deriva, e inclusive animarles a tener una relación saludable? Thomas ofrece las siguientes sugerencias:
Enfóquese en los puntos fuertes de su cónyuge, en vez de en las debilidades.
Anime, en vez de criticar.
Ore por su cónyuge en vez de chusmear acerca de ellos.
Aprenda y viva lo que enseña Cristo acerca de relacionarse y amar a otros.
Las parejas jóvenes de una manera especial pueden beneficiarse con este consejo. Después de todo, muchos recién casados no están adecuadamente preparados para hacer la transición de verse mutuamente varias veces a la semana, a de pronto tener que compartirlo todo. Las posibilidades incluyen que algunos hábitos molestos y conductas nada atractivas puedan surgir. Sin embargo como cristianos, somos llamados a respetar a todos, incluyendo a nuestro cónyuge.
Con una relación centrada en Cristo, una actitud centrada en la otra persona y un compromiso innegociable de hacer que el matrimonio funcione bien, éste florecerá tal cual Dios lo ha diseñado.
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