BOLIVIA-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) A las 6:45 AM, quince minutos antes de la Hora Cero, el jefe del comando central de operaciones pasó revista a las tropas formadas en el patio del edificio de la Gobernación. Edwin Saucedo, director del Servicio de Sanidad de Santa Cruz (SSSC), dijo a 15.300 empleados municipales –hombres y mujeres enfundados en guardapolvos amarillos, provistos de bombonas para fumigar- que en esta guerra no se daría ni se pediría cuartel.

Al mismo tiempo, en todos los hogares de Santa Cruz las familias también se aprontaban a dar batalla.
Las autoridades, personal especializado y los vecinos de esta ciudad, capital de la provincia más grande Bolivia, participan en un gigantesco operativo para combatir la epidemia del dengue, que se ha cobrado 21 víctimas desde que se detectaron los primeros casos, a mediados de 2008. El brote más virulento se registra en Santa Cruz, donde 40 mil personas han contraído el mal.
La orden que se impartió en la urbe subtropical era destruir todo lo que pueda servir de refugio o criadero del 'Aedes Aegypty', el mosquito transmisor de esta enfermedad. En los días previos, los ciudadanos recibieron vía e-mail, a través de la televisión y de los periódicos, instrucciones precisas acerca de cómo debían actuar.

Número uno, disecar los charcos de agua estancada en los patios o jardines de sus casas. Luego, retirar de los altillos, despensas o garajes, todos los recipientes vacíos, ropas viejas y sobre todo los neumáticos en desuso, que para el mosquito de marras son como hoteles de cinco estrellas. A los niños se les entregaron frascos para depositar los insectos –vivos o muertos- que lograsen atrapar. Los adultos recibieron un formulario para dar cuenta de los resultados de la operación en sus dominios.

La participación ciudadana superó todas las expectativas. Al mediodía, los responsables del operativo calculaban que cerca de 1.500.000 personas se habían movilizado de forma voluntaria en la capital y en los poblados adyacentes de Camiri, Montero, Buena Vista y Yapacani. Más tarde unos 2.000 inspectores municipales recorrieron casa por casa para verificar si los moradores habían cumplido con las tareas asignadas.
La jornada anti-dengue habrá concluido cuando la flota de camiones de la municipalidad recoja la basura y la transporte al vertedero de Normandía, que también despierta asociaciones bélicas por llevar el nombre de la región, al norte de Francia, donde desembarcaron las tropas aliadas en la Segunda Guerra Mundial. "Hemos extendido la superficie del basural para recibir unos 60.000 neumáticos usados y unas 100 toneladas de recipientes de plástico o de cartón. La idea es reciclar todos esos desechos para sufragar los gastos del operativo", precisó Edwin Saucedo