Entonces, ¿dónde encuentra el tiempo y la energía para satisfacer sus necesidades sociales y emocionales, y cómo desarrolla las amistades de las cuales depende esa parte de su vida? Este trabajo no es más fácil para la mayoría de los hombres que son padres solteros, quienes se podrían encontrar tratando de peinar a su hija y de explicarles la menstruación a sus pequeñas a punto de entrar en la adolescencia.
Hay una única respuesta a las presiones con las que se enfrentan los padres solteros: que los demás les tendamos la mano para ayudarlos. Necesitan una ayuda altamente práctica, en la que va incluida la amistad de otras familias donde estén ambos padres, que acojan de vez en cuando a sus hijos para que tengan un poco de tiempo libre. Las madres solteras necesitan la ayuda de hombres jóvenes que hagan algo de deporte con los niños varones sin padre y los lleven al juego de fútbol de la escuela. Necesitan hombres que les arreglen los frenos del auto y le pongan un parche al techo con goteras. Necesitan personas que se interesen por ellas, les levanten el ánimo y les recuerden sus prioridades. Tal vez lo más importante de todo sea que los padres solteros necesitan saber que alguien está atento a sus circunstancias y dispuesto a ayudarles a llevar sus cargas.
Gracias a Dios, hoy en día las iglesias son cada vez más sensibles a las necesidades de los padres solteros. Cada vez son más las congregaciones que ofrecen programas y ministerios dirigidos a las preocupaciones que son exclusivas de aquellos que tienen necesidades especiales. Yo les aconsejaría a los padres y madres solteros que hallen una iglesia o grupo fraternal de este tipo, y se establezcan allí. El compañerismo y el apoyo podrían ser la clave de la supervivencia.